Vivir en la contradicción sin conflicto

El origen de todo: el desierto
¿Podré acaso atribuirla a el desierto mi personalidad hetérea y volátil?
¿El haber nacido en él, y haber vivido en su vientre por tantos años es lo que me tira tanto a volver hacia él??
No sé, no se esas respuestas, solo se que tengo unas ganas inmensas de verlo, de admirar su belleza, sí, lo encuentro bellísimo, lo encuentro mi hogar, lo encuentro conocido, acogedor, anhelo ver las estrellas de horizonte a horizonte, no oir nada más que mi respiración y el ruido del viento, ver fascinado la tonalidad de colores y de matices que toman los cerros dependiendo de la hora, ver los más espectaculares atardeceres, estar en lugares que muy pocos han estado, ver aparecer vida de la nada...
Quizás eso también es la razón por la que a veces me vuelvo solitario en el plano amoroso, quizás por eso es que a veces me puedo entregar totalmente a a una persona, pero al día siguiente soy un desierto, soy frio como el viento helado de la madrugada o soy abrigador como el viento cálido de la tarde... tengo variaciones de ánimo tan fuertes como lo son las variaciones de temperatura en el desierto.
A veces necesito estar haciendo muchas cosas, pero también a veces anhelo ser un desierto, estar tranquilo, no escuchar nada, estar en contacto directo con la tierra.. y no esa tierra que ha tenido suerte, no, no hablo de la tierra que ha tenido contacto con agua y bellos árboles y que en primavera se viste de colores, hablo de la tierra dura, que nadie ha tocado en años, de esa tierra mezclada con piedras, que para lo único que se atreve el hombre a penetrarla es para extraer de sí el fruto del desierto; los únicos que han querido ser fruto de algo tan áspero y rudo:los minerales... solo ellos serían capaces de vivir dentro de éste gigante inmutable... sólo ellos y yo... sí, yo quizás también soy un mineral, soy un mineral inserto en medio de éste desierto, que se le ocurrió alguna vez a una persona sacar de él, pero un día, más tarde que temprano volveré al desierto y ya no podré escapar, pues me esconderé en la veta más secreta, me esconderé en el lugar mas eriazo, allí donde los cerros hacen confundir a la gente, en donde se pierda el total sentido de la orientación, ahí donde tenían sus vetas secretas los Coyas, ahí donde nadie pueda extraerme de nuevo, y así seremos de nuevo uno, yo y el desierto...